La ampliación del Canal de Panamá a finales de junio trae innumerables impactos en la esfera global. Entre los cambios más expresivos de esta ampliación están a la capacidad de travesía, que ahora asegura el paso diario de 48 a 51 buques con capacidad casi tres veces mayor – de 5.000 toneladas a 13.000 -, y el impacto ambiental ocasionado por las obras.
Los ambientalistas estiman que aproximadamente 500 hectáreas de bosques desaparecieron mientras la obra estuvo en marcha y la preocupación por el impacto no está lejos de acabar. De acuerdo con los ambientalistas, el mantenimiento de la cuenca del canal es una cuestión a largo plazo y que necesita atención redoblada para los próximos años. Uno de los principales puntos de atención están en los ríos y manantiales que alimentan el principal lago panameño. Con la ampliación, el lago Gatún será uno de los más afectados, aún más por garantizar la operación del canal.
Con el fin de las obras, el nivel del lago subió y más de 430 hectáreas de bosques desaparecieron bajo las aguas. Según uno de los responsables de la operación, varios programas están siendo desarrollados para preservar la salud del lago y el abastecimiento de la población – el Gatún abastece a las dos mayores ciudades del país, Colón y la capital Panamá. Para compensar la pérdida del bosque, más de 100 mil árboles ya se plantaron en las áreas destruidas.
Por otro lado, la ampliación promete transformar algunas de las rutas comerciales más importantes entre el Atlántico y el Pacífico, además de especular si esa expansión beneficiará positivamente los embarques directos hacia el este de Estados Unidos. En el caso de Brasil, puertos como el de Manaus (AM) y Suape (PE) todavía no están listos para recibir contenedores y ningún puerto del Nordeste tiene capacidad para transformarse en un hub atlántico. De acuerdo con los expertos, sólo los puertos de Bacarena y Santarém, en Pará, Itaqui (MA) y Salvador (BA) están en pleno crecimiento para los cambios que vendrán.